Entre senderos que resuenan y se bifurcan

Una importante cuestión que podría estar ligeramente asociada a la tecnología psíquica es que las emociones parecen trascender el tiempo lineal; requeriremos de cierta munición pesada para marchar con algún éxito en nuestra campaña, así que comenzaremos invitando los silogismos literarios del notable Jorge Luis Borges:
La explicación es obvia: El jardín de los senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos.
Esta compleja idea de series infinitas de tiempo puede conducirnos a una inquietante presunción: la Creación como tal ya existe de forma acabada y completa, con todas sus tramas y desenlaces, y la consciencia funcionaría como un selector entre las distintas ramificaciones posibles. Si por un momento el lector se anima a atravesar el pétreo dintel de nuestro aparente desvarío,(1) apreciará una construcción infinita dimensional —si lo prefiere, en un principio de sólo tres dimensiones— en donde todas las posibilidades del plano físico, con sus subjetivos éxitos y fracasos, coexisten de manera fraternal; para explicar mejor esto, Borges introduce los conceptos de John William Dunne, autor del libro An Experiment with Time (2) donde explica su teoría sobre la naturaleza del tiempo y la consciencia que denominó “serialismo:”
Este [libro] razona que un sujeto consciente no sólo es consciente de lo que observa, sino de un sujeto A que observa y, por lo tanto, de otro sujeto B que es consciente de A y, por lo tanto, de otro sujeto C, consciente de B... No sin misterio agrega que esos innumerables sujetos íntimos no caben en las tres dimensiones del espacio, pero sí en las no menos innumerables dimensiones del tiempo.

[Dunne] postula que ya existe el porvenir, con sus vicisitudes y pormenores. Hacia el porvenir preexistente (o desde el porvenir preexistente, como Bradley prefiere) fluye el río absoluto del tiempo cósmico, o los ríos mortales de nuestras vidas. Esa traslación, ese fluir, exige como todos los movimientos un tiempo determinado; tendremos, pues, un tiempo segundo para que se traslade el primero; un tercero para que se traslade el segundo, y así hasta lo infinito.
Podríamos entender a estos otros sujetos —que no caben en el espacio tridimensional— como entidades que han trascendido el nivel de consciencia humano. De existir estas entidades de consciencia superior, gozarían no sólo de una vista más objetiva del extraño laberinto del tiempo, sino también una capacidad de selectividad no secuencial y de acceso directo (pues experimentarían la cuarta densidad con una libertad tetradimensional); y si estas entidades tuviesen una desconsideración supina o intencionalidad espuria tal vez basadas en algún oscuro provecho de los crueles bucles y callejuelas sin salida, quizá hasta promoviesen el desconcierto y el extravío por los senderos de la depravación y la degeneración humana. El físico teórico Michio Kaku propone en su libro Hyperspace: A Scientific Odyssey Through Parallel Universes, Time Warps, and the Tenth Dimension una idea semejante:
Imagine un ser capaz de caminar por las paredes. No tendría que molestarse en abrir puertas; las atravesaría directamente. [...] Su automóvil nunca quedaría cerrado accidentalmente desde adentro; podría simplemente entrar atravesando la puerta del automóvil. Imagine un ser capaz de desaparecer o reaparecer a voluntad. [...] Imagine tener la visión de Rayos-X. [...] Sería capaz de ver accidentes ocurriendo a la distancia. [...] Imagine un ser capaz de alcanzar el interior de un objeto sin necesidad de abrirlo. [...] Sería aclamado como maestro cirujano por poseer la habilidad de reparar los órganos internos de sus pacientes sin nunca realizar cortes en la piel, reduciendo así muchísimo el dolor y el riesgo de infección. [...]

Imagine lo que haría un criminal con estos poderes. Podría entrar en el banco mejor vigilado. Podría ver los objetos valiosos a través de las enormes puertas de la bóveda, llegar a ellos y sacarlos de ahí. Después podría salir caminando mientras las balas de los guardias lo atravesaran. Con estos poderes, ninguna prisión podría detener a ningún criminal. No se nos podría ocultar ningún secreto. [...] seríamos omnipotentes.

¿Qué ser podría poseer tal poder digno de un dios? Un ser de un mundo de dimensiones superiores. Por supuesto, estas dotes están más allá de la capacidad de cualquier persona tridimensional. Para nosotros, las paredes son sólidas y las rejas de una prisión son irrompibles. Al tratar de atravesar las paredes sólo terminaríamos con una nariz lastimada. Pero para un ser de cuatro dimensiones, estas hazañas serían un juego de niños.
Tenemos entonces una idea de las posibles entidades que se pasean en las invisibles densidades superiores, y esta vez, no se menosprecie, informado casi en términos esotéricos por un integrante del bando cientificista; devolvamos el báculo a Borges quien tiene algo más con que persuadirnos:
Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí [...]

El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado.
¿Lo creerás, Ariadna?—dijo Teseo—
El Minotauro apenas se defendió.(4)
Ahora bien, analicemos la otra cara de la moneda y veamos entonces que aquel sendero atroz debe poseer una bifurcación piadosa. ¿Cómo imponerse ese porvenir que pretendemos? (3) Si las emociones se desentienden del tiempo lineal entonces un marcado patrón emocional en el presente que resuene con el mismo patrón en aquella bifurcación del futuro es la clave; luego, si ambos concuerdan, surge un bucle de realimentación entre la situación actual y la futura que fomenta la licuefacción de ese futuro probable hasta su consolidación en el presente; en las Sesiones Cassiopaea se sostiene:
Si no hay final y tampoco hay principio, ¿qué cosa tenemos? El aquí y ahora que son también el futuro y el pasado. Todo lo que fue, es y será, sucediendo simultáneamente. Esta es la razón por la cual muy pocas personas en la tercera densidad son capaces de entender el verdadero concepto del viaje espacial, porque aun si el viajar por el espacio a través de su tercera densidad es una actividad tan imbuida de características espaciales propias de la tercera densidad como lo sería acostarse en la cama por la noche, en la comodidad de su propio hogar, la coordenada temporal es sustraída de la ecuación. Esta coordenada temporal es algo por lo que sienten tanto cariño como por su propia madre, no obstante, es la mayor ilusión que opera en su densidad. En forma repetida hemos dicho que no existe el tiempo, a pesar de lo cual, en razón de haber sido tan eficientemente programados para aceptar este concepto, no hay manera de que puedan liberarse del mismo, sin importar qué tan fuertemente lo intenten, ¿no es así? Imagínense viajando al espacio exterior. Estarían totalmente perdidos cuando se enfrentaran con la realidad de que todo es todo al mismo tiempo, ¿no lo creen?
Erróneamente se puede inferir entonces que es fácil la “creación de la propia realidad;” postulamos anteriormente que la resonancia emocional acentúa determinados escenarios en la esfera personal; pero ciertamente no es fácil y no viene sin esfuerzos concentrados de nuestra parte. En cierto modo, recibimos lo que brindamos a la vida, y sólo el sincero esfuerzo consciente provoca cambios en nuestro entorno que serán ciertamente positivos. Evitar poner empeño en ello, a través de ese malhadado instinto de rapiña humano, buscando de forma gratuita o por medio del oportunismo lo que debe obtenerse con esfuerzo, es decir, obrar sin impecabilidad, nos convierte en alimento.

Remarquemos entonces que nuestra idea de fondo no es “hacer algo específico para obtener algo específico” como se indica en la mayoría de los textos sobre Creación de la Propia Realidad: esto no se diferenciaría demasiado de un ritual: una conducta mecánica orientada a producir un cambio forzado en la naturaleza a cambio de un negociado energético; deseamos remarcar la idea de la necesidad de estar alerta de cómo la realidad externa refleja parcialmente (dado que es compartida) el paisaje interno y la fuerte necesidad de higiene emocional para mantener un sincronismo positivo sobre nuestra porción de realidad; en este sentido, Thomas Minderle nos advierte sobre las estacas del determinismo en las que se apuntala cualquier desenlace: (5)
Téngase en cuenta que la resonancia emocional sólo se ocupa de la parte sincrónica y probabilística de la vida: lo que todavía está abierto al cambio. También existe la causalidad y el lado determinista que incluye todos los efectos físicos de las causas físicas que, no importa cuánto intente curvar la probabilidad, no pueden ser anulados o deshechos.

Si usted choca su coche, y luego intenta sostener una sensación de alivio, no espere que el accidente se revierta mágicamente, porque lo hecho hecho está; en el mejor de los casos, podrá atraer una recuperación médica fácil junto a una rápida solución legal y financiera del accidente. Cualquiera que sea el futuro probable que usted intente atraer debe incorporar el presente y el pasado preexistente.

Los pensadores de la Nueva Era se equivocan cuando tratan de ignorar los problemas existentes en la actualidad y piensan que por cerrar sus mentes desaparecerá de su realidad. No es así, la ley no funciona de esa manera. Puede configurar el futuro, pero realmente no se puede cambiar el pasado.
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