La infraestructura edilicia del Cosmos (III)

En las entregas previas, hemos analizado la posible existencia de vórtices de ruptura del continuum espacio-tiempo, en donde la gravedad se comporta de manera anómala (científicamente se hablaría de un horizonte de sucesos), (1) habiendo observado que se presentan tanto puntos coordenados geográficos como también ventanas temporales; pretendemos enfatizar que estos puntos o ventanas no sólo son ingredientes del caldo gordo esotérico, sino que han sido identificados y estudiados en astrofísica tanto en la cosmología inflacionaria como en la estacionaria. Del libro Universos Paralelos del físico teórico Michio Kaku (cap. Portales dimensionales y viajes en el tiempo):
La relatividad general es como un caballo de Troya. [...] Pero, acechando dentro del caballo, encontramos todo tipo de demonios y duendes, entre ellos los agujeros negros, los agujeros blancos, los agujeros de gusanos e incluso máquinas del tiempo, todo lo cual desafía al sentido común. Estas anomalías se consideraban tan extrañas que incluso el propio Einstein pensó que nunca se encontrarían en la naturaleza. Durante años, luchó denodadamente contra estas soluciones extrañas. Hoy en día, sabemos que estas anomalías no pueden descartarse fácilmente. Son una parte integrante de la relatividad general y, en realidad, incluso pueden servir de salvación a cualquier ser inteligente que se enfrente a la gran congelación.
También, logramos asociar la ruptura del continuum como una posibilidad para direccionar o seleccionar con facilidad del Espacio de Variantes (2) un conjunto particular con el que se resuene emocionalmente, asociándolo a la idea borgiana de series infinitas de tiempos. Estos lugares o momentos parecen formar parte estructural del sistema cósmico y estarían asociados a la construcción de edificaciones sagradas o a la calendarización de ceremonias y festividades religiosas, con el objetivo de lograr cierto estado interior en los participantes y así seleccionar concientemente el «futuro» que se pretende atraer.

Nuestro estimado profesor Tolkien, también intuyó el serialismo del tiempo desde una visión tal vez más mítica cuando escribía postrado por su «fiebre de trincheras» las primeras páginas de lo que terminaría siendo El Silmarillion. En su dibujo de I Vene Kemen (El Barco de la Tierra), presente en El Libro de los Cuentos Perdidos, su hijo y albacea literario Christopher agrega:
La representación del mundo como un barco, sigue siendo desconcertante. Sólo en un sitio se sugiere que mi padre quizá concibiera el mundo de esta manera: el pasaje [...] en el que Ulmo habla a los Valar acerca del tema, concluye: "Oh, Valar, no conocéis todas las maravillas y las muchas cosas secretas que hay bajo la quilla oscura de la Tierra donde tengo mis poderosos recintos de Ulmonan, no las habéis soñado nunca."
La Tierra es la Cuna de la Mente,”
Konstantin Tsiolkovsky
La curiosa ilustración, sin embargo, es lo bastante poderosa para concedernos dos aportes valiosos: en primer lugar la sugerencia de un continuum sobre el que se navega, representado como el océano exterior o Vaitya-Vai que podríamos asociar con el Espacio de Variantes, y la segunda y quizá más importante, que la tripulación despierta de la nave se encuentra en un «bloqueo de fase» (3) respecto al timón decisional de la mayoría dormida por el encanto de las fantasmagóricas sirenas, habiendo enfilado la proa hacia traicioneros fiordos apocalípticos.

¿Cómo cambiar entonces la dirección? Ouspensky en su libro En Busca de los Milagroso comentaba que su maestro Gurdjieff propuso la idea de que si un esclarecido equipo abordo alcanzaba cierto umbral de conocimiento objetivo, podía lograrse un golpe de timón:
En verdad, doscientos hombres conscientes, si existieran y si encontraran necesaria y legítima esta intervención, podrían cambiar toda la vida sobre la Tierra. Pero no existen en cantidad suficiente, o no lo quieren, o bien no ha llegado aún el tiempo, o tal vez los otros duermen demasiado profundamente.
¿Este cambio de rumbo sería el vislumbrado Retorno a la Edad de Oro? Varios autores han concluido en un desenlace de estas características, desde Daniel Ruzo a Robert Monroe bajo un conjunto heterogéneo de fechas; el problema radica quizá en la perspectiva antropocéntrica: una visión acostumbrada a fechas fijas bajo un paradigma de tiempo lineal, a la espera de un momento específico en que un proceso de características exógenas desencadene un cambio de proporciones bíblicas; cuando en realidad, nuestra propuesta es algo diferente, entendiendo este cambio como un emergente natural que surge del trabajo interior individual, afectando progresivamente las decisiones egocéntricas y transmutándolas en mancomunadas, que empero considere los ciclos metónicos como el efectivo marcador del tiempo cósmico.

Por supuesto, entendemos que en todo proceso natural siempre existirá un flujo de excepción, y que en este caso más que excepción parecería la regla: la humanidad dormida corre el riesgo de concluir este ciclo exactamente donde lo comenzó; en este sentido, el psicólogo norteamericano Kenneth Ring, especialista en experiencias extraordinarias,(4) coincidía en un escenario semejante al descrito por su colega argentino Roberto Torres, autor del libro Los Guachos:
Estamos asistiendo a la definición de un ciclo histórico, la muerte del viejo mundo y la posibilidad de que nuestro ser interno dé un gran salto chamánico. La revolución ha comenzado. La civilización tal como la conocemos se desploma ante nuestros ojos. Si la humanidad lo logrará o no, es algo que está por verse, ya que quienes permanezcan dentro de las viejas estructuras, sucumbirán cuando se terminen de caer. Los Guachos sabemos que no falta mucho, que este es el tiempo prometido por los chamanes de nuestro linaje y que sólo una minoría lo logrará.
Y este salto chamánico, no lo dudamos, será la revelación de las realidades vedadas de la cuarta densidad; en verdad, cuánto de nuestro trabajo se vería abreviado si fuese posible para el hombre común vislumbrar y recordar lo que acontece detrás del velo. La explicación marginal aunque factible es que a medida que el «navío planetario» en que habitamos atraviese estos curiosos vórtices temporales se fusione junto al estado mental y emocional que impere en tal momento sobre los individuos: si nuestra visión es correcta, la Teoría de Cuerdas estaría en relación con estos Puntos Coordenados, es más serían estas mismas; (5) Kaku continúa:
Según la teoría de cuerdas, si uno tuviera un microscopio y pudiera observar el centro de un electrón, no vería una partícula puntual sino una cuerda vibrante. (La cuerda es extremadamente pequeña, mide la longitud de Planck de 10-33 cm, un trillón de veces más pequeña que un protón, de modo que todas las partículas subatómicas parecen un punto.) Si pellizcáramos esta cuerda, la vibración cambiaría; el electrón podría convertirse en un neutrino. Si la volviéramos a pellizcar, podría convertirse en un quark. En realidad, si la pellizcásemos con bastante fuerza, podría convertirse en cualquiera de las partículas subatómicas conocidas. De este modo, la teoría de cuerdas puede explicar sin esfuerzo por qué hay tantas partículas subatómicas conocidas. Para hacer una analogía, en una cuerda de violín las notas La, Si o Do Sostenido no son fundamentales. Pulsando simplemente la cuerda de diferentes maneras, podemos generar todas las notas de la escala musical. El Si Bemol mayor, por ejemplo, no es más fundamental que el Sol. Todas ellas no son más que las notas de una cuerda de violín. Del mismo modo, los electrones y los quarks no son fundamentales, pero la cuerda sí. En realidad, todas las subpartículas del universo pueden verse como nada más que diferentes vibraciones de la cuerda. Las «armonías» de la cuerda son las leyes de la física.
Hemos indicado esta posibilidad de reinterpretación de la realidad cuando enunciamos la eventual escisión de realidades; pero como humanidad conciente, ¿será posible disminuir el número de aquellos que naufraguen hacia un reinicio histórico? Guardamos nuestras serias dudas de que se logre masificar un despertar global: tristemente la enorme mayoría de la humanidad no concibe ni le interesa el cerco que la estabula (y el punto de partida para todo cambio radica en el reconocimiento objetivo de la propia situación), ignorando cualquier participación en un banquete cósmico de supinos granjeros demoníacos. Celebremos, sin embargo, con cierto optimismo la llegada del "Gran Año" caldeo; del libro La Historia Secreta del Mundo de Laura Knight-Jadczyk:
En el siglo III A.C., Beroso popularizó de tal manera la doctrina caldea del "Gran Año" que esta se esparció a lo largo de todo el mundo helénico. De acuerdo a esta enseñanza, el universo es eterno, pero periódicamente se destruye y reconstituye cada "Gran Año." [...]

Lo que nos conviene recordar acerca de todas estas proposiciones es su carácter inherentemente optimista: la consciencia de que hay una normalidad en todo este ciclo de catástrofes, una certeza en su significado y, sobre todo, ¡una declaración implícita de que nunca se trata de un desenlace final de las cosas! Se nos está tratando de comunicar la idea de que, al igual que es necesario que haya tres días de oscuridad antes del renacimiento de la Luna, también son necesarias la muerte del individuo y la muerte periódica de la humanidad. Toda forma material, en virtud de su mera existencia dentro del tiempo, pierde vigor y se vuelve informe aunque sea tan solo por un instante. [...]
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